lunes, 5 de noviembre de 2012


Ni están ni se les espera: ausentes

 El PP de Andalucía exige a Griñán y a Valderas que gobiernen para todos, que aparquen los  asuntos internos de sus partidos y las servidumbres de su pacto de perdedores, y que asuman  que tienen el dudoso honor de liderar los porcentajes de paro de la Unión Europea (35,4%) y  que es su directa responsabilidad, de nadie más.
Andalucía no puede estar en manos de quien sólo piensa utilizar en clave sucesoria la crisis del  PSOE en lugar de presentar un presupuesto realista, austero y riguroso que afronte  con solvencia la salida de la crisis, la reactivación económica y la creación de empleo.
Las hipotecas ideológicas y partidistas para elaborar los presupuestos andaluces son tantas, que han tenido que posponer el Consejo de Gobierno para ganar un poquito más de tiempo: los andaluces no merecen unas cuentas sacadas en la repesca y al límite de los plazos legales.
Y mucho menos de  quienes como Valderas tapan su insolvencia con anuncios de huelga, invitaciones a sus cargos públicos a sumarse a piquetes y reuniones con representantes de regímenes dictatoriales como la Cuba de los hermanos Castro: pura naftalina ideológica.
 Los andaluces demandan unos gobernantes homologables y que están a la altura de sus esfuerzos y de sus auténticas preocupaciones, que son el trabajo, la vivienda y la garantía de una educación y sanidad públicas, universales y gratuitas, sin más excusas.
El Gobierno de España ya ha señalado por dónde hay que ir  -reformas y austeridad sin ambages-  y lo ha hecho con una implicación y ayuda a Andalucía que hasta el momento sólo ha recibido la contrapartida del insulto y la confrontación.  Martes 30 Octubre Comprometidos con Andalucía
La locuacidad de los socios radicales sólo esconde que, más que la “otra forma de gobernar” a la  que apelan todos los días,  necesitan aprenderse la cartilla del parvulario de gobernar: representar y gestionar las demandas y aspiraciones reales de toda la sociedad.
La endogamia de los socialistas no figura en el primer lugar de las preocupaciones de los ciudadanos, porque la situación interna del PSOE deriva directamente de que los ciudadanos les han dicho que son los responsables de la ruina económica y que sus fórmulas no sirven.
El PP de Andalucía conmina al dúo de perdedores a que presenten unas cuentas veraces y responsables: el tiempo de las declaraciones ha pasado y les toca enseñar si su forma de gobernar de progreso es la misma que han seguido durante treinta años de abusos y corrupción.

La Cámara de Cuentas edita un libro… de “cocina”
El informe definitivo de la Cámara de Cuentas sobre los ERE falsos le ha salvado la cara a Griñán al limitarse a hablar de responsabilidades contables y administrativas y eludir las que en el  informe inicial apuntaban directamente al presidente de la Junta.
El Grupo Popular  del Parlamento de Andalucía ha pedido al presidente de la comisión de investigación que comunique a la Cámara de Cuentas que la documentación enviada no está completa y que, “a la mayor brevedad posible”, remita todo lo que se le ha pedido, sin  cocinas ni manipulaciones.
 Pese al maquillaje, el informe de la Cámara de Cuentas subraya el cúmulo de irregularidades en la concesión de las ayudas, cuestiona el pago, la concesión y su control final, y reafirma el abuso del margen de discrecionalidad.
Es tanto lo que hay que ocultar, que ha sido imposible taparlo todo, aunque a los “cocineros” se les ha ido la mano y han desnaturalizado el trabajo inicial de los técnicos.
 El PP andaluz permanecerá vigilante para que no se desvirtúe en caso alguno la realidad y para ocultar un sistema institucionalizado de corrupción en beneficio de los amigos del poder y menoscabo de la caja pública: más de 1.200 millones de euros.
Los socios radicales han pactado desde el minuto uno que las responsabilidades queden en el nivel de los “cuatro golfos” cuando son muchos más, y la génesis de todo el sistema está en la mesa del Consejo de Gobierno en la que hoy se sientan Griñán y Valderas.
Es el fuero, no el huevo, que también. Lo que se dilucida es una forma de gobernar que ya ha pisado la cárcel, sin controles y con absoluto desprecio del dinero público, y que se repite miméticamente en otros casos como INVERCARIA o el Plan Bahía Competitiva.

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